lunes, 2 de abril de 2007

De la exclusividad sexual y otros demonios

(Este es el momento en que dejo ver el por qué del blog y la urgencia de expresarme.)
Tenemos las personas que ceder el control de nuestras emociones y de nuestros cuerpos a la pareja? a veces pienso que eso es lo que hago cuando dejo de tirarme a alguien que me gusta para conservar mi relación. Llamemoslo verano, calentura o como quieran, pero hay días en que quiero darle un gustico al cuerpo y no preocuparme porque otra persona sufra como consecuencia de un polvito intrascendente. No se si estoy cansada de ser fiel por miedo (a hacer sufrir, a que me echen, al escarnio social, a estar sola, al VIH...) o llevo mucho tiempo metida en una relación y quiero algo de variedad en mi cama. El meollo del asunto es que no me puedo quejar a viva voz después de tantos años de aceptar una relación cerrada y haber afirmado con convencimiento que no me interesaba tener sexo con alguien distinto a mi novia.
Cuantas cosas se oyen cuando se habla de infidelidad? que el o la infiel es un(a) perro/a, que si hay infidelidad es porque la relación no funciona, que hay que ponerse en el lugar del otro si uno quiere tirarse a medio planeta sin consecuencias, que cuando uno se enamora no es capaz de encamarse con nadie mas.....
Declaro firmemente estar enamorada, que mi relación funciona y quiero mantenerla por muchos años mas, que si mi novia se echa un polvito con otro ser humano no la echaría como a un perro y no sería tan importante, y podría hacer muchas otras declaraciones contra cada frase de cajón usada en casos de infidelidad, excepto una. Entonces va a ser la primera opción la que me toca: soy una vagabunda en potencia, como dijo alguien por ahí.

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